Marcela Merino, docente del Magíster en Intervención con Jóvenes y Adolescentes: “A veces, los adultos tendemos a patologizar mucho de la adolescencia”

El 18 de abril, la profesora perteneciente a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales impartió el webinar o conferencia digital, “Salud Mental con Jóvenes y Adolescentes: Indicadores de Alerta Temprana”, transmitido vía Facebook Live.

Durante la adolescencia, “el cerebro está en desarrollo y se están mielinizando las conexiones neuronales. Por lo tanto, todo consumo de sustancias -alcohol, marihuana o cualquier otra- va a interferir de manera significativa el desarrollo cerebral y tiene que ser una señal de alerta respecto del estado emocional del joven”, advierte la académica del Magíster en Intervención con Jóvenes y Adolescentes de Universidad UNIACC, Marcela Merino.

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La Magíster en Psicoterapia Analítica Jungiana explicó que es importante recordar que “el desarrollo y la maduración del sistema nervioso central, junto con las experiencias que este adolescente haya tenido desde su gestación, niñez temprana y en adelante, van a tener un efecto y una repercusión en cómo se vivan estos cambios en la adolescencia”.

En dicho escenario, el “cómo un adolescente viva esta etapa depende muchísimo de sus experiencias, y también de cómo se esté dando el proceso de maduración de su sistema nervioso”.

Merino precisó que, en términos clínicos, lo “normal” se define como “lo esperado que un adolescente presente en esta etapa. A veces, los adultos tendemos a patologizar mucho de la adolescencia (…) No todo lo que hace el adolescente es patológico o negativo en sí mismo. Para poder diferenciar lo que es esperado de lo que no lo es, hay que tener súper claro qué es lo que se espera y que está dentro de la norma”.

Entre las señales de alerta sobre las que se debe tener atención, la profesional remarcó, entre otros, una baja sostenida de ánimo, junto con cambios en la rutina diaria, como el aumento o la disminución pronunciada del apetito o del sueño. “Estas polaridades son las que nos tienen que llamar la atención”.

Cuando los síntomas psicosomáticos no permiten al adolescente hacer las cosas que normalmente haría o que antes hacía, empiezan a ser un indicador de alerta”, remarcó. “Cada vez que el joven cambia sus hábitos de las actividades que hace normalmente, nos tiene que llamar la atención”, al igual que “un adolescente que no disfrute de ninguna actividad”.

Para Merino, especial importancia tiene el discurso de la persona o sus “verbalizaciones”: “A veces, los adolescentes amenazan con hacer cosas, con dañar a otros o con fugarse, lo que a veces los adultos pueden tender a minimizar. Si ha verbalizado es por algo y es significativo, por lo que debemos tomarnos el tiempo para atenderlo y entender lo que está queriendo decir”.

La adolescencia es una etapa súper vulnerable y si no tomamos en cuenta estas señales, se pueden cronificar y volver mucho más graves en la adultez. Es una etapa en la cual se puede intervenir y trabajar. Si lo hacemos a tiempo, tenemos muchas más posibilidades de que el adolescente crezca lo más sano posible”, concluyó.

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