La muestra “No se iba a llamar así”, fue curada por Rodrigo Vergara y Tomás Guzmán, y es un cambio en el formato de “Una más uno”, el ciclo de exposiciones de la Escuela de Artes Visuales de UNIACC. Te invitamos a visitarla en la Galería de UNIACC.

El trabajo de esta muestra en Galería de Artes Visuales UNIACC, propone un espacio nuevo dentro del “cubo blanco”, crea un hábitat flotante que encuentra un límite en los muros, sin embargo, sugiere una continuidad más allá de ellos. Esta trama topográfica ondulante, que se desborda, acoge una suma de dibujos que penden de ella, expandiendo la convocatoria hacia un mayor número de estudiantes, provocando así la apertura del lugar, para instalar a una comunidad que se conecta a través del dibujo.

Los trece estudiantes seleccionados para participar en esta pieza han sido convocados por Rodrigo Vergara y Tomás Guzmán, quienes han desplegado este serpenteado volumen transparente, para ser habitado y atravesado por numerosas manos, gestos e imaginarios.

Cada una, uno, respondió a la convocatoria dibujando sobre una hoja de papel Canson de 250 gramos, con siete pentagramas impresos en ella, el que podía ser integrado o ignorado en el dibujo, sin embargo, se sumaría como una ligera capa más, urdiendo con ello una sucesión de tramas, rejillas y achurados. El encargo contemplaba utilizar solo blanco y negro.

El color está presente a través de las superposiciones de la extensa malla, que al estar pintada con los colores básicos de la imprenta (CMYK) producen efectos ópticos, lo que explica Rodrigo; “buscan desestabilizar la mirada”. El vínculo de la escultura con los dibujos, produce una relación de interdependencia, la que se da en la colaboración recíproca entre las partes.

La pieza surge desde la investigación de Rodrigo Vergara en cuanto a la expansión de la escultura, interrogando sus límites, confluyendo con los últimos trabajos de Tomás, quien ha estado llevando al espacio las formas orgánicas que pueblan sus dibujos.

Para Rodrigo la escultura que se propone en esta muestra “activa el vacío y la levitación, lo que no es denso, sino diáfano, aireado y ligero. De alguna manera un espacio negativo que señala el área que rodea la forma”. Por otra parte: “lo sólido y autónomo, está en lo fragmentado y disperso, huyendo de cualquier concepto que acerque la escultura a lo monolítico”.

A ello se suman los dibujos de las y los estudiantes, “quienes logran completar la pieza, abriendo otros puntos de fuga, con cada estilo gráfico”.

El dibujo que la malla señala, se despliega en los espacios negativos de la sala, lo plano se integra al volumen y toma forma en sus cavidades. Tomás junto a Rodrigo han trabajado como co-curadores y co-productores de una obra donde participan estudiantes de todos los niveles, de 1° a 5° año, generando un sistema que concentra y expande una red de inesperadas conexiones.