Arquitectura y danza dibujaron un mapa vivo en FacultArte.
Un lienzo de 180 × 600 cm se transformó en escenario para geometrías, huellas y trayectorias corporales. Así se vivió El cuerpo como cartógrafo, una experiencia interdisciplinaria donde la arquitectura dictó la métrica y la danza imprimió el movimiento.
La propuesta se articuló en tres momentos: el diálogo entre cuerpo y forma, la variación como desvío y un cierre colectivo que convirtió la sala en un espacio colaborativo. El resultado fue una cartografía híbrida, visual y performativa, que unió disciplinas y sensibilidades en un mismo gesto creativo.
La actividad, organizada por las docentes Constanza Durán y Chery Matus, se presentó el 10 de septiembre en el marco de FacultArte, sumando al encuentro un registro artístico único en su tipo.
